JL Cernadas |
Cada vez que repostamos, miles de pequeñas porciones e impurezas se introducen en el depósito del vehículo. Todos estos agentes, por peso y sedimentación, van a parar al fondo del compartimento. Si apuramos en exceso la reserva de carburante, el motor aspirará esos elementos perjudiciales, circunstancia que podría acarrear importantes perjuicios para la maquinaria.
El filtro de combustible recoge algunas de las partículas e impurezas que se alojan en el depósito. Sin embargo, otras muchas (parafinas) logran pasar dicha barrera y acceder al sistema de inyección. Ese hecho puede ocasionar graves y costosos problemas mecánicos en los inyectores. Los daños y deterioros afectan por igual a coches gasolina o diésel.
A todos los inconvenientes descritos debemos añadir los trastornos motivados por quedarnos tirados en la carretera (avisar a la grúa, ir en busca de gasolina, problemas laborales etc.). En principio, el Reglamento General de Circulación no establece sanciones por agotar el combustible del vehículo. No obstante, sí son sancionables las maniobras realizadas por el conductor, voluntarias o no, como consecuencia de terminar con la reserva.
Así, si como consecuencia de la falta de gasolina paramos o estacionamos en lugares no habilitados al efecto, impidiendo la visibilidad del resto de usuarios y obligando a otros a realizar maniobras antirreglamentarias, podemos ser sancionados con multas de hasta 200 euros.
Por tanto, la prevención es la mejor opción para estos casos. Es muy recomendable calcular el tiempo que durará el combustible y aplicar un margen de seguridad. De esta forma, nos aseguramos la buena salud del motor de nuestro coche y evitamos situaciones tan incómodas como las descritas.
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