Las historias de amor pueden ser de muchas formas, el amor no entiende de sexo, color, raza, religión o estado. El amor es incondicional y más si ese amor viene de la mano de uno de los seres que más amor da sin pedir nada a cambio, de un perro.
Si, no os extrañéis, aunque los que tenéis cada día en vuestros hogares este amor incondicional lo sabéis con certeza, a los que aún no os habéis dado cuenta, os diré que este amor es real y que dura hasta el último suspiro, y si no os invito a leer esta conmovedora y real historia de amor.
Hachiko era un perro de raza akita, que comenzó sus días en una granja de Japón allá por el año 1924. Cuando solo tenía 2 meses fue regalado a un profesor de agronomía que acababa de perder a su perra, quedando desolado. Al principio, el profesor pensó en regalarlo, pero su cariño fue en aumento no pudiéndose separar de él.
El cachorro creció sintiéndose cada día más unido al profesor, de tal forma que comenzó una rutina junto a él. Se trataba de acompañarle todos los días a la estación de tren, donde este tomaba el que le dejaba en la Universidad de Tokio, donde impartía sus clases. Hachiko lo esperaba durante horas a que regresara, en una plaza justo enfrente de esta estación. El reencuentro entre ambos era enternecedor.
Tanto era, que el perro se hizo famoso entre todos los que acudían con frecuencia a esta estación, y causando admiración a todas las personas que iban conociendo la historia.
Pero las historias de amor se acaban y la mayoría de forma dramática, pues es la muerte la que las da por finalizada, y eso fue lo que ocurrió. Pero en este caso no fue antes la perdida de Hachiko, sino que su amigo, el profesor, en el año 1925, solo un año más tarde, sufrió un derrame cerebral mientras impartía una clase y murió inmediatamente.
El can, sin saber lo que había ocurrido, siguió esperando en la estación. Muchos, al conocer la noticia, trataron de disuadirlo y hacer que regresara a su hogar, pero él con tremenda insistencia todas las mañanas regresaba a la estación a esperar la vuelta de su amigo.
Pasó el tiempo, días, semanas, meses, incluso años y Hachiko acabó viviendo en la estación de trenes. Le daba igual el frío, la nieve, el sol, la lluvia, él ahí seguía firme en su propósito. La gente del lugar lo alimentaba y le proporcionaba cariño, mientras él envejecía y seguía esperando…….
En el año 1934, tal era su fama en todo el país que se encargó a un escultor japonés una estatua suya en bronce.
Una mañana de 1935 Hachikō fue hallado muerto cerca de la estación de trenes. Esperó durante 9 largos años a su amigo.
Pronto llevaron su cadáver al cuarto de equipajes, que había sido uno de sus lugares favoritos y allí improvisaron una cama de madera para depositar su cuerpo.
Fueron muchas las personas, incluidas la viuda del profesor, las que rezaron por el alma de Hachiko, porque si con esta actitud no quedó demostrado sobradamente que los perros tienen alma, no sabría qué decir.
Así finalizó la larga espera de Hachiko a su fiel amigo, a su compañero.
De esta forma la vida de Hachiko se ha convertido en una de las historias de amor y fidelidad más conmovedoras de todos los tiempos.
Hoy en día es el perro más famoso de Japón y su historia ha sido llevada dos veces al cine, una de ellas de la mano de Richard Gere.
La estatua de Hachikō fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, pero años después el propio hijo del escultor volvió a erigir otra, la misma que hoy se levanta junto a una de las entradas de la estación de Shibuya. Los restos de Hachikō fueron enterrados en el cementerio de Aoyama donde siempre quiso estar: al lado de su mejor amigo.
fuente: Conchi Castañeira